Amigos/Amigas:
Comparto con ustedes un extracto de la publicación de un artículo del poeta Juan Gelman "Tangos" perteneciente a su prosa de prensa, firmada el 5 de enero de 1996; donde nos cuenta el sarcástico y siniestro destino del tango "Oración" compuesto por el violinista Argentino, Eduardo Bianco.
Ahora me pregunto: ¿Qué escondería la melodía de este tango? ¿Qué olfatearon esos asesinos?
Poco importan estas cavilaciones. Si importan las esperanzas, las vidas, que el genocidio cobardemente se ha llevado.
Matías Mauricio.
TANGOS
Enrique Cadícamo contó los hechos (véase, la historia del tango en París): después del éxito en la capital francesa, y procedente de Grecia, Eduardo Bianco fue a Berlín y tocó con una orquesta frente a Hitler en el teatro Scala y luego en una suerte de asado que provocó la curiosidad y el apetito del carnicero nazi. Fue en 1939 y el tango conocía en Europa una boga que renace hoy por allí. Ya se habían quemado libros y cuadros "decadentes" en la Alemania nazi. Curiosamente a Joseph Goebbels -ministro de Propaganda y dictador en la cultura del tercer Reich- le gustaba el tango; el jazz le parecía "degenerada música de negros".
Bianco seguramente nunca imaginó -tal vez ni lo supo- el destino que correría su pieza "Oración" un par de años después: la bautizaron "Tango de la muerte". Los prisioneros del campo de concentración nazi de Lvov, Ucrania, obligados a escuchar sus compases cuando eran torturados, cavaban su propia fosa y enfrentaban al pelotón de fusilamiento. El jefe de campo, un teniente coronel de las SS, le había puesto letra en Alemán y la música de "Oración" era interpretada en violín, clarinete, saxo y acordeón por una orquesta de prisioneros forzados a integrarla. Los SS gritaban entonces "¡ A bailar, judíos!" y así iban estos a la muerte. Antes de abandonar el campo por consecuencia de las tropas soviéticas, el teniente coronel ordenó fusilar a los músicos. Perviven en una foto que tomaron los mismos nazis y se conserva en el arquivo Yad Bashem de Jerusalén. (...)
Comparto con ustedes un extracto de la publicación de un artículo del poeta Juan Gelman "Tangos" perteneciente a su prosa de prensa, firmada el 5 de enero de 1996; donde nos cuenta el sarcástico y siniestro destino del tango "Oración" compuesto por el violinista Argentino, Eduardo Bianco.
Ahora me pregunto: ¿Qué escondería la melodía de este tango? ¿Qué olfatearon esos asesinos?
Poco importan estas cavilaciones. Si importan las esperanzas, las vidas, que el genocidio cobardemente se ha llevado.
Matías Mauricio.
TANGOS
Enrique Cadícamo contó los hechos (véase, la historia del tango en París): después del éxito en la capital francesa, y procedente de Grecia, Eduardo Bianco fue a Berlín y tocó con una orquesta frente a Hitler en el teatro Scala y luego en una suerte de asado que provocó la curiosidad y el apetito del carnicero nazi. Fue en 1939 y el tango conocía en Europa una boga que renace hoy por allí. Ya se habían quemado libros y cuadros "decadentes" en la Alemania nazi. Curiosamente a Joseph Goebbels -ministro de Propaganda y dictador en la cultura del tercer Reich- le gustaba el tango; el jazz le parecía "degenerada música de negros".
Bianco seguramente nunca imaginó -tal vez ni lo supo- el destino que correría su pieza "Oración" un par de años después: la bautizaron "Tango de la muerte". Los prisioneros del campo de concentración nazi de Lvov, Ucrania, obligados a escuchar sus compases cuando eran torturados, cavaban su propia fosa y enfrentaban al pelotón de fusilamiento. El jefe de campo, un teniente coronel de las SS, le había puesto letra en Alemán y la música de "Oración" era interpretada en violín, clarinete, saxo y acordeón por una orquesta de prisioneros forzados a integrarla. Los SS gritaban entonces "¡ A bailar, judíos!" y así iban estos a la muerte. Antes de abandonar el campo por consecuencia de las tropas soviéticas, el teniente coronel ordenó fusilar a los músicos. Perviven en una foto que tomaron los mismos nazis y se conserva en el arquivo Yad Bashem de Jerusalén. (...)