miércoles, 17 de febrero de 2010
¡OH, LAS AMANTES PORTEÑAS!
OH, LAS AMANTES PORTEÑAS
A María.
¡Oh, las amantes porteñas!
agrupadas en habitaciones oscuras y terribles, sin más sombras que una túnica de viento y una serpiente de vidrio en la boca.
Habitaciones digo
donde las amantes sellan las ventanas con babas de tigre y lechosas lámparas de hollín, para que los hombres resbalen y caigan en un incendio de lluvia.
Pero hay las que lo hacen de cara a la muerte
como pasando sus lenguas por el tajo del mundo, acostadas en relámpagos de sábanas, vaciando de a litros su orina verde.
Y hay también las otras de calor y brujería,
de sangre en las escaleras y en las camas y hay las que ya no se duermen y enloquecidas huyen por el sendero de asfalto, llevando sobre los hombros pedazos del que fuera su amante.
Al fin del día, se las ve gritar, luchar, llorar y recular
ante los enormes pájaros del sueño, que las van desangelando hasta olvidarlas como tristes estrellas de trapo.
Matías Mauricio.
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viernes, 5 de febrero de 2010
EL DÍA QUE FRANCISCO "PACO" URONDO Y ROBERTO SANTORO HABLARON DE CARLOS GARDEL
Amigos/Amigas:
Hay días en los que uno sufre de una terrible sed de Gardel. Uno de esos días, es justamente hoy.
Es simple: busco un lugarcito lindo de la casa, me sirvo una copita de algo, preparo los cinco sentidos y si es posible uno más —el corazón—, pongo un disco de Carlitos y a volar.
Les juro que después de ese mareo Gardeliano, inevitablemente, a uno le vienen unas ganas tremendas de vivir; si salgo a la calle, quiero darle un beso grande al primero que se me cruce, morder un árbol, desabrocharle el corpiño a la vida, incendiar la casa de gobierno, treparme a todos los pájaros de Buenos Aires y yo que sé cuantas cosas más; pero sobre todo, gritarle al mundo que ese cuentito de que los milagros existen, es verdad.
Pero dije: —que lindo sería doblar la apuesta!... y compartir con ustedes, dos poemas titulados “Carlos Gardel”; hermosamente escritos por los poetas Francisco “Paco” Urondo y Roberto Santoro (hombres eternos, como Carlitos).
Por último y haciendo un pequeño paréntesis, quisiera decirles (y esto es a título personal) que lo que se conoció como “la tragedia de Medellín” fue nada más y nada menos que la ira de Dios y del Demonio, que —en ese preciso instante— se pugnaban la vida del “zorzal”, convencidos los dos de que la garganta de ese hombre que decía llamarse Carlos Gardel, indudablemente, era la garganta de un ángel”.
Matías Mauricio.
Francisco “Paco” Urondo, nació en Santa Fe en 1930. Poeta, periodista, académico y militante político. Su obra poética comprende Historia antigua (1956), Breves (1959), Lugares (1961), Nombres (1963), Del otro lado (1967), Adolecer (1968) y Larga distancia (antología publicada en Madrid en 1971). Ha publicado también los libros de cuentos Todo eso (1966), Al tacto (1967); Veraneando y Sainete con variaciones (1966, teatro); Veinte años de poesía argentina (ensayo, 1968); Los pasos previos (novela, 1972), y en 1973, La patria fusilada, un libro de entrevistas sobre la masacre de Trelew del '72. Es autor en colaboración de guiones cinematográficos y como periodista colaboró en diversos medios del país y del extranjero, entre ellos, Primera Plana, Panorama, Crisis, La Opinión y Noticias. Murió en Mendoza el 17 de junio de 1976, enfrentando a un grupo de tareas de la dictadura militar.
CARLOS GARDEL
Extranjero del silencio
en el mundo arrasado; vertiente de la extrema melancolía
y del coraje y de la velocidad del amor y del miedo.
Dueño de la ciudad, de su memoria blanda
y de la madrugada hambrienta y sin sentimientos
y de la suprema cordura de los vagos.
Cómplice de los encuentros,
de la grapa que nos hizo hablar,
loco de la noche, despreocupado amigo del alba,
Señor de los tristes.
Francisco Urondo.
Roberto Santoro nació en Buenos Aires, en 1939. En vida sobresalen los proyectos colectivos antes que los individuales. Publico varios libros con sus poemas, siempre en colaboración con artistas que los ilustraban. También colaboro con músicos y actores, editó discos y puso en escena obras teatrales. Fue el alma Mater de la revista Barrilete y de la editorial Papeles de Buenos Aires. Siendo miembro del PRT-ERP, milito activamente en el Frente de trabajadores de la Cultura y en el FAS, junto con Haroldo Conti y Humberto Costantini. El 1º de junio de 1977 fue secuestrado por un grupo de tareas de la dictadura. Aún permanece desaparecido.
CARLOS GARDEL
El ángel de gabino que se metió en tu solapa
y un boliche de truco surrealista
te nombran en silencio
Eran azules los pisos de ladrillo
cuando encendía tu voz
el verdín de las macetas con malvones
pero no estás
Hoy bairesvil
enterró tu guitarra
con un paso cambiado de minué en firulete
y las maquinas de coser
que remendaban las tardes
tienen el crespón sensiblero de un silbido en la sombra
Que te llamen los parias
o las viejas rayuelas
tu nombre verdadero se escondió en los rincones
Por algo dejo escrito:
para decir Gardel
hay que amar sin vergüenza
esta ciudad cansada
Hay días en los que uno sufre de una terrible sed de Gardel. Uno de esos días, es justamente hoy.
Es simple: busco un lugarcito lindo de la casa, me sirvo una copita de algo, preparo los cinco sentidos y si es posible uno más —el corazón—, pongo un disco de Carlitos y a volar.
Les juro que después de ese mareo Gardeliano, inevitablemente, a uno le vienen unas ganas tremendas de vivir; si salgo a la calle, quiero darle un beso grande al primero que se me cruce, morder un árbol, desabrocharle el corpiño a la vida, incendiar la casa de gobierno, treparme a todos los pájaros de Buenos Aires y yo que sé cuantas cosas más; pero sobre todo, gritarle al mundo que ese cuentito de que los milagros existen, es verdad.
Pero dije: —que lindo sería doblar la apuesta!... y compartir con ustedes, dos poemas titulados “Carlos Gardel”; hermosamente escritos por los poetas Francisco “Paco” Urondo y Roberto Santoro (hombres eternos, como Carlitos).
Por último y haciendo un pequeño paréntesis, quisiera decirles (y esto es a título personal) que lo que se conoció como “la tragedia de Medellín” fue nada más y nada menos que la ira de Dios y del Demonio, que —en ese preciso instante— se pugnaban la vida del “zorzal”, convencidos los dos de que la garganta de ese hombre que decía llamarse Carlos Gardel, indudablemente, era la garganta de un ángel”.
Matías Mauricio.
Francisco “Paco” Urondo, nació en Santa Fe en 1930. Poeta, periodista, académico y militante político. Su obra poética comprende Historia antigua (1956), Breves (1959), Lugares (1961), Nombres (1963), Del otro lado (1967), Adolecer (1968) y Larga distancia (antología publicada en Madrid en 1971). Ha publicado también los libros de cuentos Todo eso (1966), Al tacto (1967); Veraneando y Sainete con variaciones (1966, teatro); Veinte años de poesía argentina (ensayo, 1968); Los pasos previos (novela, 1972), y en 1973, La patria fusilada, un libro de entrevistas sobre la masacre de Trelew del '72. Es autor en colaboración de guiones cinematográficos y como periodista colaboró en diversos medios del país y del extranjero, entre ellos, Primera Plana, Panorama, Crisis, La Opinión y Noticias. Murió en Mendoza el 17 de junio de 1976, enfrentando a un grupo de tareas de la dictadura militar.
CARLOS GARDEL
Extranjero del silencio
en el mundo arrasado; vertiente de la extrema melancolía
y del coraje y de la velocidad del amor y del miedo.
Dueño de la ciudad, de su memoria blanda
y de la madrugada hambrienta y sin sentimientos
y de la suprema cordura de los vagos.
Cómplice de los encuentros,
de la grapa que nos hizo hablar,
loco de la noche, despreocupado amigo del alba,
Señor de los tristes.
Francisco Urondo.
Roberto Santoro nació en Buenos Aires, en 1939. En vida sobresalen los proyectos colectivos antes que los individuales. Publico varios libros con sus poemas, siempre en colaboración con artistas que los ilustraban. También colaboro con músicos y actores, editó discos y puso en escena obras teatrales. Fue el alma Mater de la revista Barrilete y de la editorial Papeles de Buenos Aires. Siendo miembro del PRT-ERP, milito activamente en el Frente de trabajadores de la Cultura y en el FAS, junto con Haroldo Conti y Humberto Costantini. El 1º de junio de 1977 fue secuestrado por un grupo de tareas de la dictadura. Aún permanece desaparecido.
CARLOS GARDEL
El ángel de gabino que se metió en tu solapa
y un boliche de truco surrealista
te nombran en silencio
Eran azules los pisos de ladrillo
cuando encendía tu voz
el verdín de las macetas con malvones
pero no estás
Hoy bairesvil
enterró tu guitarra
con un paso cambiado de minué en firulete
y las maquinas de coser
que remendaban las tardes
tienen el crespón sensiblero de un silbido en la sombra
Que te llamen los parias
o las viejas rayuelas
tu nombre verdadero se escondió en los rincones
Por algo dejo escrito:
para decir Gardel
hay que amar sin vergüenza
esta ciudad cansada
Roberto Santoro.
martes, 2 de febrero de 2010
VANESA AL SUR
Amigos/Amigas:
Comparto con ustedes "Vanesa al Sur" uno de los poemas de mi libro "Bandoneón blindado". Nombrando a la que un día trajo el misterio.
VANESA AL SUR
Resulta que Vanesa anda entre las almas,
se deja mirar
como una gorriona de patitas azules en medio de la lluvia
como un estallido de amor
como una hermanita recienvenida al mundo.
Y qué se puede ser sino Vanesa,
pasando su trapito de sonrisas sobre las mesas
levantando propinas, saludando,
rozando corazones
para que uno piense un poco más en Dios o en Troilo.
Y si nos habla
es porque ya sabe lo mal que nos hace la media botella de grapa
pero no vaya a ser que uno se descuide mucho
porque es ahí cuando nos permite entrar
tocar su verdadera alma
sus piecitos de mar o de pluma
sus lágrimas de última arboleda
su boca
donde siempre hay un pez que juega a las escondidas.
El brazo que ahora la rodea
se vuelve pequeño
como pequeño es el mundo de los que estamos vivos
de los que estamos hundidos
en nuestro eclipse de angustia, de nostalgia, de olvido.
Ahora me pregunto… qué es Vanesa
sino un vaso de rocío para esperar la muerte.
Matías Mauricio.
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LA BUENOS AIRES DE CADA DÍA
LA BUENOS AIRES DE CADA DÍA
Amigos/Amigas:
Hace unos meses trabajo sobre un prólogo a "El vaciadero", especie de novela de la lunfarda porteña de nuestro enormisismo poeta Julián Centeya; (que si los astros acompañan) se editará en Francia.
En este pequeño extracto que comparto con ustedes intento (a duras penas) un paralelísmo de aquel Buenos Aires , con este otro que hoy nos toca transitar.
"EL HOMBRE GRIS DE BUENOS AIRES"
Por Matías Mauricio.
(...) Ese mismo año sale al ruedo “El vaciadero”- novela de la lunfarda porteña- que pone a boca de jarro la vida oscura de la gente en ‘la quema’; vida entre latas, trapos, vidrios y demás desechos del hombre, que da pie a las villas miserias. “El vaciadero” es una suerte de libro premonitorio del Buenos Aires actual. Sí, de este Buenos Aires que edifica su muerte sobre el lomo de un dragón de cemento, empecinado en arrojar a las veredas, sus restos de cartón, su ración de comida barata, sus torpes botellas donde nunca entrará un barquito de papel para un sueño de mar. Así es como nuestro Buenos Aires suelta diariamente su triste mueca de basura para que los perros vagabundos (que casi siempre son hombres) tengan que comer. Solo hay que caminarla, vivirla y en cualquier esquina encontrarás a los ‘cartoneros’ en su turbia tarea de hundir las manos en los abismos de las bolsas de basura. ¿Quiénes son los cartoneros? Nada más y nada menos que hombres y mujeres (en su mayoría pibes) que juntan lo que escupe la ciudad. A veces, me pregunto si no serán arcángeles que andan buscando cartones del tamaño de sus espalditas para inventarse alas que los alejen de la muerte? A los cartoneros se los encuentra en toda la ciudad y a toda hora; ya sea en la tonta Puerto Madero o en la nostálgica bajada del Puente Alsina -con su siempre paisaje de camiones sacudiéndose en los baches- cansados camiones, repletos de familias cartoneras que flotan en el silencio de algo que se parece a una gigante montaña de desechos. Lo raro de todo esto, no es ver tanta basura acumulada, sino ver al hombre común de Buenos Aires, es decir: al obrero de fábrica, al oficinista, al almacenero, a la maestra, a vos y a mí, indiferentes ante esta realidad, como si eso que estamos viendo, fuese algo tan natural como ir a comprar el pan o leer un periódico. Eso sí, los cartoneros, nunca dejarán de ser para el inconciente colectivo del porteño; peligros carteristas, chorros fuertemente armados, drogaditos incorregibles, vagos tirados a menos, merecedores de esa vida que los muestra como una raza de olvidados que marcha lentamente hacia la más oscura de las profundidades. Pero esta es otra historia y deberá ser contada en otro momento(...)
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